La sequía ha reducido la disponibilidad de agua y alimento para las abejas, lo que afecta su salud, la actividad productiva y de polinización.
Investigadora del proyecto Salud Apícola 2020, de Fraunhofer Chile, entrega recomendaciones prácticas para moderar el impacto sobre la apicultura.
“Debido al problema de escasez hídrica, los apicultores lo estamos pasando un poco mal. La falta de agua ha provocado falta de floración, que las flores se sequen rápidamente y que no haya néctar y, por ende, polen, así que nuestras abejas están con baja nutrición”.
Así describe la apicultora Flor Villalobos, de Pirque, un escenario que se repite en la zona central del país, la que durante 2019 está afrontando el mayor déficit de precipitaciones de los últimos 60 años, según datos de la Dirección Meteorológica de Chile.
Comunas de las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y Maule han sido declaradas zonas de emergencia agrícola y de escasez hídrica.
“En las zonas agrícolas esta crisis ha generado una sensible disminución en la oferta de néctar, polen y agua, alimentos esenciales para los polinizadores, en particular las abejas melíferas”, explica Mayda Verde, médico veterinario especialista en enfermedades de las abejas e investigadora de Salud Apícola 2020 LatAm, proyecto encabezado por el centro de investigación aplicada Fraunhofer Chile Research.
La situación es compleja para la seguridad alimentaria: 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización.
Los cambios en el comportamiento climático también han hecho que ya no llueva de forma regular en la temporada de otoño e invierno, con efectos visibles para los apicultores, quienes están observando desfases en los calendarios de floración, con la consiguiente depresión en las reservas de miel y polen.
“Todo lo anterior les obliga a adoptar medidas para atenuar el impacto, que se manifiesta a través de brotes de enfermedades, disminución en la población de abejas e, incluso, la muerte de las colmenas”, destaca Mayda Verde, quien durante más de 30 años dirigió la estrategia sanitaria y contraepidémica de Cuba como médico principal del Servicio Veterinario de la Empresa Cubana de Apicultura, hoy Apicuba.
La experta señala que intervenir de manera oportuna puede contribuir a moderar este impacto y entrega algunas de las recomendaciones que el proyecto Salud Apícola 2020 LAtAm aborda en los talleres teóricos y prácticos que imparte a apicultores:
- Mantener en los apiarios un bebedero con agua limpia
Esto evitará que las abejas padezcan sed. Su acceso al agua es clave por distintas razones:
– Las abejas consumen agua para sus funciones vitales y también para lograr la termorregulación en el interior de la colmena, que guarda una temperatura de 34 a 35°C. Si la temperatura interna de la colmena es más alta, las abejas bañan sus panales con agua y baten las alas, generando la circulación del aire caliente que expulsan por la piquera.
– El agua contribuye a que la colmena moderna tipo Langstroth, mantenga en el nido o cámara de cría una humedad relativa que oscila entre 42 a 62%, lo que varía dependiendo de las condiciones climáticas externas y el flujo de néctar, entre otros factores.
– Una fuente de agua cercana al apiario evita el desgaste de las alas del insecto, provocada por el acarreo del líquido a grandes distancias.
– El déficit de agua conduce a la muerte de los individuos. Su escasez favorece brotes severos de enfermedades causadas por bacterias (ej. loque europea o americana) y hongos (ascosferosis), asociadas a virus no menos peligrosos. Son más susceptibles los estadíos de larvas y pupas.
- No hacer crecer la colmena de manera forzada
– El crecimiento que el apicultor da a la colmena tiene que estar en relación directa a la población de abejas adultas de las distintas castas, las crías de abejas en los diferentes estadios de evolución, la reserva de alimentos internas y las que el medio les aporta.
– A esto se suman el espacio de celdas obradas necesarias para que la abeja reina oviposite cada día, reponiendo las que van muriendo con las que van naciendo, de modo que se establezca un equilibrio dinámico que permita las funciones vitales de la colonia como un todo.
– En períodos de escasez de agua o alimentos, este equilibrio está en peligro y una vez roto, se convierte en el factor que desencadena brotes severos de enfermedades si el apicultor no interviene de forma oportuna.
- Asegurar alimentación suplementaria en caso necesario
- Ante la baja en la disponibilidad de polen y néctar debido a la sequía ―fuentes de alimentación proteica y energética, respectivamente― es necesario suplementar a la colonia con el alimento adecuado.
- Mantener 10 panales en la cámara de cría
- Si hay 10 panales en la cámara de cría —tal como ha sido diseñada la colmena Langstroth— las abejas van a poder regular mejor la temperatura y asegurar el equilibrio dinámico que antes se explicó.
- Con menos de 10 panales habrá menos celdas para asegurar las reservas de alimentos, de individuos naciendo y cumpliendo sus funciones, aumentando el estrés que ya causa la menor disponibilidad de néctar y polen por efecto de la sequía.
- Evita sobrecargar con colmenas el área de pecoreo del apiario
– Cuando en un emplazamiento apícola se ubican más colmenas que la oferta de alimentos disponibles en el radio de vuelo de las abejas, se provoca estrés alimentario. En consecuencia, las familias enferman y mueren.
– Para lograr el equilibrio adecuado de las colmenas en un área de pecoreo es fundamental que los organismos pertinentes dispongan del inventario de todas las colmenas y apiarios ubicados en un territorio. Una vez referenciados (en escala 1:50000) se podrá determinar la apicultura en riesgo por efectos climáticos y proponer estrategias territoriales acertadas que impidan pérdidas económicas para el sector.
Publicado en : https://saludapicola2020.com/5-estrategias-para-reducir-el-impacto-de-la-crisis-hidrica-sobre-las-abejas-meliferas/