Cuando escucho la palabra “innovación”, mi primera sensación es curiosidad, algunas veces asombro… “Es un restaurante súper innovador”, “ese modelo de carro trae una innovación impresionante” … Cuando hago el ejercicio de entender de qué se trata esa innovación, resulta sorprendente la capacidad del ser humano para observar, idear, desarrollar y llegar a un producto final. Y algunas veces no me detengo a pensar qué hay detrás de esa innovación, simplemente la disfruto o la incorporo a mi cotidianidad.
No soy experta en cocina ni mucho menos en automóviles, soy apenas aprendiz en estas áreas, entonces quisiera contarte un poquito sobre qué hay detrás de la innovación de productos para la protección de cultivos – PPC, en lo que sí me considero experta (persona especializada o con grandes conocimientos en la materia, definición de la RAE).
Explicarte en esta disertación el proceso de desarrollo de un PPC podría resultar abrumador, así que voy a resumirte esta innovación empezando por acotar su definición, PPC son herramientas que se usan en agricultura para prevenir, controlar o erradicar agentes externos que disminuyen la calidad y cantidad de alimentos y pueden tener un origen químico o biológico; ambos pasan por todo este proceso de desarrollo. Para que la innovación en este campo llegue a las manos de un agricultor, pueden transcurrir entre 10 y 12 años e inversiones de hasta 300 millones de dólares; en tiempo, sería como formar a una persona, desde bebé hasta adolescente! Te explico con este símil.
La primera etapa, la “gestación”, ¡la considero alucinante en el mundo de la investigación y desarrollo! En Bayer tenemos un banco de moléculas y el nivel de tecnología allí es descrestante. Todo en ese sitio es manejado por robots, está completamente aislado de todo, es decir, no hay contacto de seres humanos ni animales con estas moléculas; para saber si una de esas moléculas es un fungicida (sustancias para controlar hongos), insecticida (sustancias para controlar insectos) o herbicidas (aquellas usadas para controlar malezas o plantas indeseadas en los sistemas productivos), los científicos que manejan esos robots, los aplican sobre plantas vivas que crecen bajo condiciones súper controladas (que también han estado aisladas desde la siembra) y que tienen inoculado un hongo o un insecto; para el caso de malezas, esas mismas sustancias se aplican sobre especies que son reconocidas globalmente por causar pérdidas importantes en rendimientos en los cultivos. Si una sustancia resulta eficaz en ese nivel de evaluación para controlar o no un problema fitosanitario, empieza la etapa de “niñez”, siguiendo con nuestro símil.
Cuando una de estas sustancias es identificada como posible PPC, se inician evaluaciones toxicológicas agudas (es decir, que establece si pudieran o no causar daño a mamíferos cuando éstos se exponen una vez a una dosis determinada de esa sustancia, observando los efectos de esa única exposición durante los siguientes 14 días de vida), todas bajo supervisión y aprobación de la sociedad protectora de animales y siguiendo estrictos protocolos de aceptación internacional. En este primer filtro son descartadas muchas de aquellas sustancias que tuvieron algún potencial, precisamente por los resultados de estas primeras evaluaciones. De continuar en el proceso, siguen pruebas sobre mamíferos que pudieran estar expuestos un tiempo mayor a esa sustancia, y se desarrollan los estudios sub-agudos (evaluaciones de efectos de la ingesta diaria de una dosis determinada, después de 90 días). Al mismo tiempo se inician pruebas muy controladas en parcelas muy pequeñas, determinando si efectivamente hay el efecto esperado sobre plagas, enfermedades o malezas. En este segundo filtro van quedando más sustancias en el camino, sea por encontrar efectos adversos sobre mamíferos o porque los niveles de eficacia no son los esperados. De continuar el proceso de desarrollo, se inician pruebas en campo a mayor escala, siempre bajo condiciones controladas y al mismo tiempo se empiezan a desarrollar las evaluaciones toxicológicas crónicas, en donde se evalúan efectos de la ingesta de la sustancia durante todos los días de la vida de los mamíferos. En este punto es necesario también empezar a evaluar qué tipo de presentación podrá tener el producto formulado final, pudiendo ser líquido o sólido y dentro de estas dos grandes clasificaciones, se evalúan propiedades físico-químicas para determinar si será un polvo mojable, un granulado, un concentrado emulsionable o una suspensión líquida, entre todas posibilidades existentes. Y por supuesto, en esta fase también se van descartando sustancias que dejan de cumplir los estrictos requisitos para continuar su camino de desarrollo. En este punto, empezaría la siguiente etapa de desarrollo, la “infancia”.
Además de los efectos en mamíferos, una nueva sustancia debe también pasar por evaluaciones de destino ambiental y ecotoxicidad. En el primer grupo se determina la vida media de la sustancia en suelo y agua (bajo condiciones aeróbicas y anaeróbicas), estableciendo potenciales por ejemplo de lixiviación, mecanismos de degradación en el ambiente (hidrólisis, fotólisis, microorganismos) e indicadores de qué tan residual puede ser una molécula en ambas matrices; también se determina la vida media de la sustancia en el aire. Para el segundo grupo, eco-toxicidad, se evalúan los efectos que podría tener la sustancia sobre organismos no objeto de control que pudieran estar expuestos a la sustancia cuando se aplique a un cultivo, por una sola vez (efecto agudo) o por su exposición en varios momentos (efecto crónico). Estos organismos son aves, peces, lombrices de tierra y abejas melíferas como representantes más sensibles dentro de los polinizadores más importantes.
Para estas evaluaciones se contemplan condiciones controladas de laboratorio como un peor escenario (exposición a la sustancia pura), condiciones semi-controladas (exposición al producto formulado aplicado en campo, controlando el nivel de exposición) y condiciones reales de uso del producto. En esta etapa del desarrollo también se refinan las evaluaciones de eficacia en campo, determinando cultivos en donde se aplicaría, dosis y frecuencias de aplicación bajo diferentes condiciones ambientales de uso del producto (no es lo mismo aplicarlo en zonas tropicales y zonas templadas, por ejemplo, o usarlo bajo condiciones de invierno o verano), así como la definición de la formulación que va a tener disponible el agricultor. Al tener ya el producto formulado, es necesario conocer sus posibles efectos en mamíferos (hasta aquí solamente hemos analizado el efecto de la sustancia pura) y es necesario entonces realizar otro paquete de evaluaciones toxicológicas sobre mamíferos, ya con el producto con su formulación tal y como va a estar a la venta para los productores. Y como en las etapas de desarrollo anteriores, al encontrar un efecto no deseado de la molécula, el proceso de desarrollo se detiene o se evalúan los diferentes escenarios para establecer las medidas de mitigación respectivas y generar el impacto más bajo posible, siempre poniendo en una balanza el beneficio para la agricultura y la mitigación de los efectos adversos que se puedan presentar. Después de todo este proceso, empezaría la etapa de la “adolescencia” …
Con todos estos estudios, se preparan los paquetes de información que requiere cada país para cumplir los requisitos de registro. En Colombia, todos estos estudios son analizados por tres entidades gubernamentales: el ICA, como entidad responsable de emitir el registro de venta, es el encargado de evaluar todo el paquete referente a la eficacia del producto bajo condiciones locales de uso, que se deben encontrar debidamente especificadas en la etiqueta del producto, la cual resume además los principales resultados de todos los estudios realizados en las etapas de desarrollo. El Ministerio de Salud es el responsable por la evaluación de toda la información toxicológica de la sustancia a registrar, así como del producto formulado. Y el Ministerio de Ambiente, bajo responsabilidad directa de la ANLA, está encargado de la evaluación de los estudios de destino ambiental y ecotoxicología. Cada una de estas entidades emite sus dictámenes técnicos, y están en toda libertad de pedir información adicional, de negar o de aceptar el uso del producto bajo las condiciones de Colombia.
Una vez surtido el proceso regulatorio, se emite el registro de venta y al lanzar el producto al mercado, empiezan todas las actividades de custodia de la compañía para informar y entrenar sobre el uso adecuado del producto, así como el cumplimiento de tareas específicas de disposición final de envases vacíos y productos caducados y la destrucción de estos.
Y todo esto lo hacemos para entregar innovación a la agricultura, enfocada en productos menos peligrosos para mamíferos, menos peligrosos para el ambiente (por ejemplo, cada vez las dosis de aplicación son más bajas) y que representan mayor rentabilidad para la producción de alimentos.
¿Ves cómo la innovación de PPC tiene un robusto proceso científico que lo respalda? Puedo asegurarte que siguiendo las recomendaciones de las etiquetas, e implementando programas de Manejo Integrado de Plagas, puedes obtener las mejores cosechas con la máxima rentabilidad y protegiendo al medio ambiente, los ecosistemas, las abejas y polinizadores… Pero esto ya es tema de otra columna.
Beatriz Eugenia Arrieta – Gerente Regional de Cadenas de Valor Alimentarias de Bayer Crop Science .
Beatriz es ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Colombia y especialista en Drecho Ambiental de la Universidad Nuestra Señora del Rosario. Cuenta con experiencia de 25 años en la industria de protección de cultivos, en áreas de custodia, asuntos regulatorios, ventas y mercadeo. Es experta en temas de Buenas Prácticas Agrícolas, acreditada como Farm Assurer ante la organización internacional GLOBALGAP, facilitadora de metodologías innovadoras en talleres de uso seguro de productos para la protección de cultivos como Andragogía y Lego Sirious Play®