“Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”. Albert Einstein
La abeja, ese insecto zumbón, incesante buscador de flores melíferas, es de tal importancia que hasta el sabio Albert Einstein le dedicó una parrafada cuando dijo: “Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”.
Los apicultores conocen bien esa verdad, y también los agricultores observadores y estudiosos, pues aprendieron que los frutos de sus plantaciones dependen en buena medida de la labor fertilizadora de la abeja cuando va de flor en flor, no solo para libar y cargar miel y polen, sino para realizar la labor de inseminadora artificial.
El cuarto congreso cubano y tercer encuentro latinoamericano sobre apicultura, efectuados en Cuba, al igual que otros eventos dedicados a defender a esta rama de la economía agropecuaria y brindar amparo a las abejas ante el cambio climático.
Las enseñanzas derivadas de conferencias y sobre todo de la observación in situ, donde moran, liban y producen las abejas, han dejado enseñanzas útiles para todos los que se afanan, además, en la preservación en general del medio ambiente y los ecosistemas.
En la provincia de Matanzas son muchos, productivos y eficientes los apicultores, aportadores a la producción melífera y sus derivados, y en especial a la conservación del entorno que propicia no solo a esa rama aportadora de divisas al país, sino también altamente benefactora integral de la producción agrícola.
La realidad contemporánea es que el cambio climático perjudica la existencia misma de las aladas inseminadoras, al punto de poner en riesgo su existencia misma.
El cambio climático no es metáfora, sino realidad reconocida por expertos internacionales como situación objetiva, subrayada a través de la ocurrencia de numerosos eventos atmosféricos perjudiciales en todas las latitudes, desde elevadas temperaturas medio ambientales, que rompen records, hasta precipitaciones copiosas y prolongadas, fuera de estación, entre otros hechos comprobados.
Consecuentemente, es menester seguir ganando en conciencia y en la instrumentación de acciones preventivas para evitar que esas amenazas contra una rama tan sensible como la apicultura diezmen los apiarios y afecten severamente a un sector de relevancia económica por su producción de mieles y derivados, y por su definitivo interés en la agricultura en general.
Esas acciones conllevan la protección de la flora melífera y el hábitat de las abejas, además de la supresión de fumigaciones perjudiciales en zonas donde se asientan los colmenares.
Expertos en el tema igualmente destacan la importancia de rescatar la apiterapia, en el ámbito de la medicina tradicional, y la crianza y manejo de abejas sin aguijón, endémicas de América, así como las prácticas que garanticen mayor calidad y productividad a una rama que también brinda aportes de interés para la salud de los seres humanos y otras especies.
Si se atiende a las recomendaciones de los especialistas, las abejas no deben quedar desamparadas ante el cambio climático, porque equivale a proteger la existencia misma de la especie humana.
Créditos: Tomado de la página tvyumuri.icrt.cu por Roberto Pérez Betancourt