Miel de barrio, enjambres citadinos, colmenas en las azoteas… son algunos de los términos que cada vez se escuchan con más frecuencia gracias a la práctica de la apicultura urbana.
Se trata, según quienes la practican, de proteger a las poblaciones de abejas que en años recientes se han visto amenazadas, de salvar el planeta y, también, es una buena excusa para que los que viven en las urbes puedan producir su propia miel.
Lo cierto es que está ocurriendo en cada vez más jardines, azoteas y patios en las ciudades de todo el mundo.
Y muchos aseguran que la miel producida en las urbes es de igual o incluso mejor calidad que la producida en el campo.
¿Qué es y por qué se ha vuelto tan atractiva la apicultura urbana?
Según Tim Lovett, de la Asociación de Apicultores Británicos (BBKA), la popularidad de la apicultura en las ciudades comenzó a dispararse hace nueve años.
Los miembros afiliados a la BBKA se han incrementado de 8.500 en 2008 a más de 24.000 actualmente, y muchos de éstos viven y mantienen sus colmenas en ciudades.
Este enorme incremento tiene raíces en los temores que surgieron hace una década cuando las poblaciones de abejas en todo el mundo se vieron amenazadas.
Entonces se supo que estaban ocurriendo pérdidas drásticas en las colonias de abejas y los científicos no encontraban la explicación.
Esto condujo a una campaña en Estados Unidos en la que se pidió a la gente que hiciera algo para ayudar a detener esta reducción.
El resultado fue que la gente comenzó a construir colmenas en sus jardines y patios en todo el país.
“Hubo un renacimiento en el interés en la apicultura y ocurrió que quienes estaban interesados vivían en ciudades”, explica Lovett.
Alrededor del mundo ocurrió lo mismo.
En Birmingham, Inglaterra, por ejemplo, la azotea del edificio Custard Factory, en la antigua zona industrial de Digbeth, es el hogar de 50.000 abejas urbanas.
La zona de Digbeth no tiene nada que ver con el hábitat tradicional de las abejas. Y esto, dicen los expertos, es en realidad una ventaja para estos insectos.
Tim Vivian es uno de los habitantes de Birmingham que instaló su colmena cuando sus empleadores se mudaron a nuevas oficinas en Digbeth.
“A menudo lo mejor para la vida silvestre, y para las abejas, es que la humanidad no haga nada”, explica.
“Cuando un edificio es demolido, o queda abandonado, la naturaleza ocupa ese lugar apresuradamente. Una de las primeras plantas que aparece es el epilobio, que las abejas adoran. Después de eso, aparecen las plantas leñosas como la zarza y la buddleja”.
“Otra cosa muy buena sobre las áreas urbanas es que es poco probable que las plantas sean tratadas con pesticidas. En el campo, la mayor parte del forraje proviene de cultivos que han sido sometidos a todo tipo de tratamientos y esprays”, agrega.
Vivian, que también cultiva abejas en Worcestershire, en el oeste de Inglaterra, afirma que la miel urbana de Birmingham es más ligera que la miel “muy oscura” que él produce en el campo.
Esto es resultado de las distintas variedades de plantas con las que los insectos se alimentan en la ciudad.
En Londres, hace una década fue creado el proyecto Urban Bees (Abejas Urbanas) para instalar y mantener colmenas.
Éste también ofrece cursos que enseñan sobre las abejas y alientan a la gente a hacer las ciudades más amigables para estos insectos.
La práctica se ha vuelto tan popular que ahora se ven colmenas en los lugares menos esperados, como hoteles y embajadas.
La cofundadora de Urban Bees, Alison Bejamin, cree que los residentes de las ciudades están sufriendo un “trastorno de déficit de naturaleza”.
“Mantener abejas te reconecta con la naturaleza, con las estaciones, el clima, las flores, los árboles, de los cuales dependen tanto todas las abejas”, explica.
“La gente quiere comer miel cruda producida localmente directamente de la colmena. Esto evita los viajes y podría curar nuestras alergias para siempre”.
Seguridad
Pero ¿es seguro tener decenas de miles de abejas pululando en ambientes urbanos?
Existe, por supuesto, el riesgo de una picadura y también las molestias que puede provocar un enjambre para el vecino.
Tal como afirma Tim Lovett, de la Asociación de Apicultores Británicos, lo principal es ser responsable y considerado con los vecinos.
Explica que una buena forma de alentar a los insectos a volar a niveles altos es colocar bardas, paneles y redes alrededor de las colmenas.
“Existe el riesgo de que te piquen, pero dado que las abejas vuelan hasta 5 km en busca de forraje, el problema es saber a quién pertenece el insecto responsable”.
“La apicultura urbana es una actividad muy valiosa, pero existen consideraciones especiales sobre la ubicación de la colmena, el cuidado de las abejas y la atención a los vecinos”, agrega.
Lovett espera que continúe propagándose la buena imagen de las abejas para que la gente continúe cultivándolas.
“Lo principal es que son polinizadoras muy importantes y, además, producen miel. Por supuesto que pican si tienen que defenderse a sí mismas y forman enjambres, que es algo positivo, porque muestra que son una población vibrante que está creciendo”.
Consejos para los apicultores incipientes
- Únete a una asociación de apicultura local y toma un curso. O busca a un apicultor experimentado con quien puedas aprender.
- Asegúrate de que la ubicación de tu colmena está en un lugar que te permita abrirla una vez a la semana al mediodía sin molestar a los vecinos.
- Asegúrate de que tienes fácil acceso a la colmena. Usar una escalera de extensión para subir al techo no es buena idea cuando tienes que transportar cajas pesadas de miel desde tu colmena.
- Asegúrate de que tienes un lugar para almacenar todo el equipo para la colmena.
- Júntate con un amigo o con alguien que quiera ser apicultor para aprender juntos y compartir la responsabilidad.
Fuente: Alison Benjamin, cofundadora de Urban Bees, y coautora de “Bees in the City: the urban beekeepers’ handbook” (Abejas en la Ciudad: manual de los apicultores urbanos)
Tomado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-39267677