- Según datos de la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura- para el 2050 la población aumentará a 9.3 billones de personas, dos billones más que las actuales.
- La responsabilidad para afrontar el reto de alimentar a una población creciente es doble: por un lado la producción de alimentos debe ser sostenible y responsable, y por otro, los consumidores deben ser conscientes del consumo medido de alimentos para evitar su desperdicio.
Julio de 2018-. En el marco de la celebración del Día Mundial de la Población, la agricultura moderna se perfila como una alternativa que aporta a la producción de alimentos para una población creciente. Sin embargo, el reto supone un doble esfuerzo: por un lado entender la responsabilidad como consumidores para garantizar que no se desperdicien los alimentos o exista un consumo desmedido y por otro, alimentar a más personas sin extender la barrera agrícola cuidando los recursos naturales.
Y es que los objetivos del milenio también apuntan a una revolución en materia agrícola y de alimentación, en donde la reducción del hambre es una prioridad. Por medio de la disminución del desperdicio de alimentos se busca contribuir al reto de alimentar a la población en aumento, pues hoy en día se desperdicia un tercio de la producción mundial de comida, cantidad que permitiría alimentar a más dos mil millones de personas.
De acuerdo con Otto T. Solbrig, profesor emérito del Departamento de Organismos y Evolución, de la Universidad de Harvard, quien participó en el III Foro Internacional de CropLife Latin America en Perú: “la demanda de bienes y el crecimiento poblacional están directamente co-relacionados; es por esto que el aumento demográfico en los últimos 50 años tuvo un efecto positivo para la industria agropecuaria y los avances científicos al igual que las innovaciones agro-tecnológicas aumentaron gracias al crecimiento de la oferta alimenticia”.
Cabe destacar que la adopción de tecnologías para la agricultura en América Latina, como: aplicativos digitales, sistemas meteorológicos de precisión, semillas biotecnológicas resistentes a sequías y drones usados en la aspersión de productos para la protección de cultivos o fertilizantes, han contribuido a la hora de incrementar la producción de alimentos y la administración de cultivos por parte de los agricultores.
Si bien, la innovación, el desarrollo de nuevas tecnologías y la ciencia aplicada a la agricultura, son herramientas clave para enfrentar estos desafíos y garantizar la seguridad alimentaria de la población creciente, se debe tener en cuenta el buen manejo que se le debe dar a estas. Las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), el Manejo Integrado de Plagas (MIP) y el manejo eficiente del agua, redundan en la eficacia de las tecnologías, así como la sostenibilidad y sustentabilidad de la actividad agrícola que provee y proveerá los alimentos para la humanidad.
Para Eugenio Díaz Bonilla, Lider del programa para América Latina y el Caribe del IFPRI y quien participó en el Foro Internacional Innovación e Inocuidad: Desafíos Agroalimentarios del Siglo XXI: “se necesita importante esfuerzo de investigación e innovación y reformas políticas e institucionales que facilitan la aplicación de las mejores tecnologías en la escala adecuada para compatibilizar rentabilidad del productor con “salud del ser humano y salud del planeta”. (Vea la conferencia aquí).
Si no queremos sufrir un marcado desabastecimiento de alimentos en el mundo, es importante que se invierta en I+D de nuevas tecnologías cuyo propósito será el de dar apertura a nuevas iniciativas que desde América Latina, la reconocida despensa del mundo, permitan hacer uso adecuado de la tierra disponible para cultivar y los recursos naturales no renovables como el agua. Asimismo, como consumidores debemos ser consientes de la importancia de consumir las porciones adecuadas y aportar a la sostenibilidad de la alimentación evitando el desperdicio de alimentos.