En los últimos 10 años, la apicultura se ha fortalecido en el continente, con un crecimiento superior al 53% en tan solo 7 años. Según Fabio Diazgranados, presidente de Fedeabejas, una colmena tiene alrededor de 80.000 abejas, lo que equivale a cerca de 480 millones de abejas nuevas cada año. Esta es una cifra considerable, teniendo en cuenta que los polinizadores ayudan al medio ambiente, y fortalecen la productividad en los cultivos que pueden ser polinizados, lo que los convierte en agentes potencializadores de la agricultura.
Según la FAO, el 75% de los cultivos para consumo humano dependen de las abejas, una cifra relevante para trabajar en el fortalecimiento de la coexistencia entre agricultores y apicultores de forma responsable, es decir, tomando decisiones que no afecten la producción y rentabilidad de los cultivos. También es importante resaltar que el 45% de los cultivos del mundo se pierden por acción de plagas, dañando los cultivos y bajando el rendimiento de la producción de alimentos, por lo que es necesario que, bajo la coexistencia, se desarrolle una conversación para que los agricultores puedan realizar un manejo integrado de plagas sin afectar la salud de las abejas.
Hace unos días se dio la suspensión del uso del fipronil en defensa de la salud de las abejas, pues en el país se ha registrado un número alarmante de la muerte de las abejas, sin embargo, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) concluyó recientemente en un informe que la información disponible sobre la disminución de los polinizadores no es suficiente para demostrar una crisis a escala mundial.
La prohibición de las moléculas ha sido una conversación que ya se ha desarrollado en Europa, bajo el propósito de cuidar la salud de las abejas y aumentar el número de colmenas en el territorio, sin embargo, a la fecha solo se ha evidenciado un debilitamiento de la producción agrícola, por el costo adicional en otros productos para controlar plagas. De hecho, es importante resaltar cómo en Europa la medida no fue lo suficientemente estudiada y obligó a que, solo 4 años después de su implementación, se generan excepciones para evitar la insolvencia de sectores tan afectados como el de la remolacha azucarera, que en los 4 años siguientes a la medida (2014 – 2018) llegó a una caída del 34% en la producción en Grecia.
La preocupación es que luego de la decisión del Ministerio esto pase en Colombia, donde la agricultura representa cerca del 10% en el PIB. Es por eso que, para evitar este tipo de situaciones, y entendiendo que insistir en la coexistencia es la mejor fórmula para cuidar de las abejas y para fortalecer el sector agrícola, autoridades nacionales y regionales deberán trabajar en la implementación del manual de buenas prácticas de la Cámara Procultivos de la ANDI, cumplir con los compromisos de la Ley de Fomento Apícola y desarrollar acciones en los territorios para que entre agricultores y apicultores conozcan los beneficios que hay cuando trabajan en conjunto.